Julia Calvo: “A veces hay que ser políticamente incorrecto, confiar y jugarse”

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Es parte de Argentina, tierra de amor y venganza, en El Trece, y se luce en teatro con Después de Casa de Muñecas. La vocación, llave de transformación.

Llegaste a la televisión después de muchos años de carrera, ¿cierto?
Sí, estoy en esto desde el 81 y la primera vez en tele fue en 2003. En realidad, tuve dos intentos antes: en el 93, abrí y cerré la puerta a Catriel (Más allá del horizonte) y después hablé a un supuesto personaje mirando a cámara en 099 Central y no me llamó nadie más. Yo dije: “No es lo mío y está todo bien”. Pero, al año siguiente, me llaman para Soy Gitano y Osvaldo Laport, el mismo Catriel, se acordaba de mí, de que había sido quien le había abierto y cerrado la puerta (risas) y él sabía que yo no había hecho mucha tele, tenía 42 años, y me enseñó, sin que nadie se enterara, me adentró en el mundo de la grabación, fue una experiencia maravillosa.

Cuando actuás, ¿sentís que tenés la misión de transmitir algo?
Sí, pero no me lo pongo como una obsesión, sé, en realidad, que si uno se pone vulnerable y generoso, lo sentís después de la escena. Si ponés como objetivo el “esto tiene que quedar”, cuando siento que el camarógrafo se emocionó o se rio o lo que pasa al final de la función, digo: “¡Ah, ocurrió el hecho!”, si no, dejás de jugar.

¿En algún momento pensaste que no ibas a poder vivir de la actuación?
Sí, sí, uno muy claro fue dos meses antes de que me llamaran para Soy gitano. Yo le dije a Jorge (Suárez), que es como mi hermano, estábamos veraneando con su familia en una casa de zona norte y, limpiando la pileta, le dije: “Me voy a dedicar a otra cosa, Jorge, porque me parece que no sirvo para esto, que no entro dentro de lo que se necesita: para vieja, joven; para gorda, flaca”. Es el día de hoy que él me lo sigue recordando, me dice: “Y pensar que te ibas a dedicar a otra cosa” (risas).


REC
Su papá era gerente de una papelera, melómano y cinéfilo y amante de las Bellas Artes. Su mamá, una de las primeras licenciadas en Letras de la Argentina. Ellos la acercaron al cine, al teatro y a los libros; pero, sin ningún artista en la familia, hizo el primer año del Conservatorio de Arte Dramático sin contárselos. “Mi viejo, después de muchos años de haberme recibido, me decía que me armara también otra cosa, por si acaso. Y un día me vio dar clases, dirigir, trabajar –aunque todavía no había llegado la televisión, lo que fue un gran espaldarazo- y me dijo: “¡Dale para adelante, estás recontra orientada, recontra perfilada y, además, no es porque sea tu papá, pero sos un foco de atención”. Julia lo recuerda y sonríe. “Hay familias que dicen: “¡Ay, me salió artista y a qué se va a dedicar!”, pero en mi casa no fue un pesar para nadie. Creo que la fe que me tenían fue la que yo tenía naturalmente y entonces puse quinta a fondo para ver qué pasaba”. Podría haber salido mal. Pero salió muy bien.