Reina Reech: “Siempre amé estar frente al público”

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Comenzó a trabajar como vedette a los 17 años en el teatro de revistas. Es cantante, bailarina, actriz, coreógrafa, directora, productora, animadora, conductora y casi todo lo que tenga que ver con el medio.

«Cuando pude elegir, decidí dedicarme a los niños»

Reina estuvo involucrada con el espectáculo desde antes de nacer. Sus padres eran el bailarín y acróbata Alejandro Maurín y la vedette Ámbar La Fox, que estaban de gira por Europa cuando ella nació. Eso fue en Viena, Austria. El convertirse en madre la llevó a querer estar más tiempo con su hija , eso le cambió la vida y la metió en un universo que la definió para siempre. Todo lo aprendido detrás y delante de cámaras lo plasmó en Reina en colores. Vendió dos millones de discos y fueron a verla al teatro más de 500 mil personas. Un éxito que quedará en la historia de la televisión argentina. Después, la carrera de Reina Reech se dividió en producir para ella y para otros, participar en programas como jurado, dirigir y abrir tres escuelas de danza. Hace un par de años volvió para pararse delante del público y demostrarle que el talento es algo que no se pierde.

¿Por qué elegiste empezar en el teatro de revistas?
No lo elegí. Me marcó un coreógrafo en un desfile que hice en un boliche cuando tenía 17 años en Ramos Mejía. Se llamaba Eric Cepeda y estaba con Moria (Casán), y fue el que le habló a Carlos A. Petit, el “zar de la revista”, de mí. Me citó en el Teatro Cómico -hoy Lola Membrives- y me dijo que quería que debutara en el verano con la obra Mar del Plata de noche. Pero ya me había apalabrado para hacer El gran cambio con los uruguayos (Espalter, Almada, Soto y Berugo Carámbula). Así que no lo elegí, me convocaron. Cuando pude elegir, decidí dedicarme a los niños.

Tus padres eran símbolos del espectáculo, y, obviamente, tu vocación sale de ahí. ¿Alguna vez pensaste en dedicarte a otra cosa?
La verdad que mi carrera es esta. Estudié mucha danza, canto, teatro, o sea que decidí ir por ahí. Lo que sí he hecho muchísimo y que ha sido un trabajo paralelo durante estos últimos 23 años es tener tres escuelas de arte. Realmente es un oficio de vocación porque es muy difícil de sostener. Es mucha gente a la que uno le da laburo y todo vale la pena para lograr que tengan trabajo. Fue un sueño que tuve de muy jovencita. Un viaje a Nueva York me inspiró con el Actors Studio, y, cuando volví, fundé mi primera escuela, que todavía estamos ahí.

Este año abriste tu tercera escuela.
El 19 de febrero pasado, el día de mi cumpleaños, inauguré la escuela de danza de Palermo Soho y 15/30 Street, que es un espacio que tiene un pequeño teatro independiente en donde los fines de semana hay funciones. Este año es difícil porque estamos pagando millones de cuotas de todo lo que hubo que invertir en pisos, espejos, aires acondicionados, etc. Como algunos de los edificios son del 1800, permanentemente hay que estar refaccionándolos o haciendo arreglos. Son cosas que a veces ni se piensan. Yo me ocupo de la parte artística, de la imagen y el mantenimiento de las tres escuelas. Mi socia hace todo lo administrativo.

Todo esto nació antes de que Marcelo Tinelli empezara con Bailando por un Sueño y proliferaran las escuelas de danza. Ya tenés varias generaciones que egresaron de tus escuelas. Sos la pionera.
Claro, el primer Bailando fue en 2006. Es cierto, en calle Corrientes hay muchos alumnos y ex alumnos trabajando ahora mismo. Tengo una carrera de formación profesional de cuatro años y un semillero en todo el país de gente que se ha venido desde sus provincias a estudiar conmigo. Muchos se han vuelto, otros se han quedado en Buenos Aires y hoy son maestros incluso de mis escuelas o de otras. Por ejemplo, 15/30 lo dirige Tati Saavedra, que estaba trabajando en Aladín, y además es la directora artística del establecimiento. Y tantos otros bailarines que hoy se destacan y son maestros. A veces me pone muy celosa verlos en otras escuelas (risas). Estoy muy orgullosa de que todos los estudios de la ciudad quieran tener como maestros a egresados míos.

¿Qué te atrajo de El show de los cuernos para querer participar?
Hablar sobre la fidelidad y la infidelidad, los amantes, las relaciones, la pornografía, la astrología (que es de lo que hablo yo) en una obra que atrae hombres y mujeres por igual, al igual que viejos y jóvenes. Todos la pasan bien y se matan de risa. Es un tema que, tal vez, en algunos momentos, se vuelve más tenso. Soy la que abre el espectáculo.

¿Qué se sintió volver a pararse enfrente de un público?
Lo amé, y siempre amé estar frente al público. Lo que pasa es que tengo una pasión que es viajar. Entonces, si vos estás metida con el teatro, es muy difícil hacerlo. Este año, cuando Javier Faroni me convocó de vuelta para hacer temporada, me advirtió que este año no iba a tener viaje. Y ahora estoy loca por irme. Me encanta venir a hacer función, la paso bomba, pero tengo muchas ganas de viajar. La dirección, la creación te da mucha libertad y yo la amo.