Eduardo Sacheri: “El fútbol no es una cuestión de vida o muerte”

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Escritor, historiador y amante, sobre todas las cosas, del fútbol. El autor de la novela La pregunta de sus ojos, que luego fue llevada al cine por Juan José Campanella, habla de cómo es ser el mismo después de que sus libros se tradujeran a más de 30 idiomas.

«La pregunta de sus ojos era mi libro menos vendido antes de la película»

Eduardo Sacheri nació en la ciudad de Buenos Aires hace 50 años, pero a los pocos días de vida ya estaba viviendo con su familia en zona oeste, en Castelar. Hijo de padres odontólogos, es el menor de tres hermanos. Está casado con su novia de toda la vida, la de la secundaria, a quien conoció en el año 1985. Tiene dos hijos: un varón de 21 años y una mujer de 17. Licenciado en Historia de la Universidad de Luján, Sacheri ejerce como profesor en un colegio secundario. Comenzó a escribir cuentos a mediados de los 90, cuando tenía 25 años. La escritura llegó, cuenta, como una acción catártica y terapéutica, una prolongación, según grafica, con el acto de leer. “Yo amo leer y escribir, fue para mí meterme un poco más en esto porque necesitaba que la lectura se acercara más todavía a mí, no porque yo la fuera a hacer mejor, necesitaba leer historias más mías. La manera de leerlas era escribirlas”, dice este hombre que, con sus textos, llamó la atención de Alejandro Apo.

«El humor tiene esa función de volver a ponernos los pies sobre la tierra»

¿Cómo se hace para mantener el perfil bajo luego de alcanzar semejante éxito?

No sabría cómo responder esa pregunta… Lo que sí te puedo decir es que si yo comparo mi vida con la de hace 30 años, me siguen importando las mismas cosas. La familia, mis amigos, mi país y mi club.

¿Y esta cuestión de llegar a ser tan masivo?

A mí me empezó conociendo un público más futbolero que literario, los tipos que escuchaban a Apo. Con el cine comenzó a conocerme público de otros palos. Esto es algo que no tiene que ver con la calidad de laburo tuyo, sino con que pase algo bueno que no tiene que ver con vos. Mirá, si no se hace la película, no pasa nada. La pregunta de sus ojos era mi libro menos vendido antes de la película. Luego explotó.

Sin embargo, lo has dicho muchas veces, ponderás el esfuerzo y la dedicación como parte de tu trabajo y el lugar de escritor.

Claramente. Yo confío en el trabajo y el esfuerzo porque es lo único que está a nuestro alcance. Es como cuando jugas al fútbol, ¿yo le puedo pedir a un tipo que sea talentoso? No, no se lo puedo pedir. Ahora, ¿le puedo pedir que corra? Sí.

Esto que decís se da casi como un cambio brusco y de golpe en tus historias.

Es cierto. Es que yo lo hago así en la vida, es un riesgo que a mí me gusta asumir, que a veces vale la pena correr. El humor en general desacraliza, les saca solemnidad a los momentos, y creo que es importante para tolerar las cosas. A veces creo que la solemnidad es una especie de enfermedad. ¿A cuántos ves en las redes pontificando sobre temas más diversos, indignándose? Yo digo: ¿necesitás desayunarte todos los días con seis cucharadas de solemnidad concentrada? El humor tiene esa función de volver a ponernos los pies sobre la tierra, de sacarnos de esas zonas de seriedad excesiva. Y eso está muy bueno.