Marisa Andino: “Soy una apasionada de la familia que formé”

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Conduce Telenueve al mediodía, en el mismo horario que su padre, el recordado Ramón Andino, hacía el noticiero. También comparte pantalla con su hijo mayor. El recorrido de una mujer que supo hacer de los eventos desafortunados grandes oportunidades de crecimiento. Realización personal y responsabilidad social.

“Me encanta hablarle a la señora de la forma más fácil, como si fuera su amiga”

En la historia de Marisa Andino aparece una constante: hechos totalmente imprevistos. Así fue cuando, en forma abrupta, se quedó sin su padre, el recordado periodista Ramón Andino. Ese dolor fue el pasaporte que la llevó de la adolescencia a la adultez. Algo parecido sucedió cuando chocó su auto y se encontró allí con el hombre con quien hoy sigue maniobrando la vida, después de 29 años de casada. Otro de los episodios que la transformaron para siempre fue escuchar a su médico decirle que tenía cáncer de mama. A ella se le aflojaron las piernas, lloró desconsolada, pero, a los minutos, se secó las lágrimas y prometió que se iba a curar totalmente. Lo logró. Más tarde, se dio cuenta de que su popularidad era una hermosa oportunidad (y responsabilidad) para decirle a las mujeres que cumplan con los estudios de rutina porque la detección temprana es lo que salva.

¿Cómo te parás ante las situaciones adversas?
Siempre sentí que, evidentemente, yo era muy fuerte, me di cuenta primero con la muerte de papá. Yo era muy joven, tenía 19 años, estaba comenzando la vida, con proyectos de hacer radio con él cuando me recibiera de locutora. Y fue despedirlo con un besito y, a las horas, enterarnos de que había muerto en el canal. Mirá, el último examen que di de Locución, yo te juro por Dios que no salían palabras que eran mías, fue mi papá… van a decir que estoy loca, pero me saqué un diez y te puedo asegurar que mi viejo se metió dentro mío y todo lo que me decían, lo que me preguntaban, toda mi oratoria fue de mi papá, palabras de él, yo sentí eso. Muchas veces siento su presencia.

¿Ahí te diste cuenta de tu fortaleza?
De mi verdadera fortaleza me di cuenta cuando me diagnosticaron el cáncer de mama.

No fue hace tanto entonces.
No, en 2012. Igualmente, como les pasa a todos, cuando se muere tu papá, tenés que salir a la vida, tenés que comenzar a trabajar. Mi papá me dio el apellido Andino y sus amigos maravillosos me pusieron bajo sus alas con mucho amor y mucho cariño, después empecé a volar.

Esa red contuvo también a tu hermano, Guillermo.
La tuvimos los dos porque éramos muy chicos, estábamos estudiando. Mi mamá nos decía que teníamos que seguir estudiando, que teníamos que demostrar que no era solamente el apellido. Y yo fui con todo.

Parece que tenés el poder de convertir la adversidad en oportunidad.
Tuve esa capacidad, no sé por qué, y ahí es donde digo que mi papá no me deja.

¿Cuándo sentiste que te podías largar sola?
Lo percibí, yo soy muy perceptiva. Ya estaba en el medio hacía bastante tiempo, me llamaron, me estafaron y dije: “Yo salgo a la cancha, tengo que salir sola”. Y lo demostré, siempre me esforcé, soy una laburante y me casé con un laburante, médico cirujano, los dos siempre remando juntos.

Tu historia de amor también empieza con un evento desafortunado.
Sí, es una historia hermosa. Era un día en el que yo no quería salir y mi mamá me dijo: “Si vos salís hoy, vas a conocer al amor de tu vida”. Yo había cortado hacía tres meses un noviazgo largo, salía todos los sábados a bailar con las chicas, pero ese día me quería quedar. Una amiga también me insistió y salimos. En un momento le dije a mi amiga que le dijera al auto de al lado que quería doblar a la derecha, no me dio bolilla, puse el guiño, doblé, el otro siguió de largo y chocamos. Yo no quería bajar la ventanilla porque pensé que me iba a decir de todo y mi amiga me dijo: “Abrile porque vos no sabés lo fuerte que está”. Y ahí me di vuelta y dije: “¡¡Epa!!”. Bajé y le dije que yo había puesto el guiño. “No lo pusiste, pero no importa, vamos los cinco a tomar algo y arreglamos las cosas”, me contestó. Fuimos a tomar algo y no me separé más.

¿Él sintió el mismo flechazo que vos? ¿Qué te contó después?
Sí, él me cuenta que sintió exactamente lo mismo, que dijo: “Es la mujer de mi vida”.

Y se jugaron muy rápidamente por esa relación.
Al año me casé. ¡Y acá estoy, casada hace 29 años!

¿Cómo se sostiene?
Comprendiéndonos, nos amamos profundamente, no es color de rosas porque no creo en los matrimonios color de rosas, tampoco creo en la familia Ingalls. Hemos estado cuatro o cinco días tal vez sin hablarnos, son cosas diarias de la vida porque tenemos tres hijos, hay discusiones.

¿Qué edades tienen los chicos?
Juan Ignacio, 26; Tomás, 24 y Salvador, 13, mi chiquitito, que nos llegó después, que es como el nieto (risas), es el mimado, el bebé, el que no me importaba si se comía el flan antes que la comida, cuando a los otros no los dejaba (risas).

Ese salto de edad fue porque de repente “apareció” en la vida de ustedes, como dijiste.
No, yo quería tener otro y lo engañé a mi marido, le dije que me cuidaba, y no (risas). ¡Eso nadie lo sabe, es la primera vez que lo digo! El día que se enteró, saltaba de alegría, es la luz de sus ojos. Nos revolucionó a todos.

¿El mayor de tus hijos vive con ustedes?
No, se fue hace un año y medio.

Con tu profesión encontraste un lugar que nunca pusiste en duda, ¿cierto?
No, jamás. Yo hice de todo, un programa de rock, programas para la mujer, de juegos, noticiero, pero siempre el querer comunicar, el estar presente en las mesas de las casas, en la familia; eso que llevo de mi viejo, eso que admiré de él, la comunicación, el cómo le hablaba a la persona que estaba en su casa. Y eso lo hago hoy, porque aparte tengo el horario del noticiero de papá.

¿Cómo te llevás con la fama, con la popularidad?
Yo me saco fotos, me paro y hablo con la gente y soy muy chusma, me puedo quedar hablando horas.

Cuando contaste sobre tu enfermedad, te convertiste en referente del tema.
Sí, me costó contarlo, al principio sentía que tenía que quedar en la intimidad y tenía miedo por mi mamá con la presión alta. A ella se lo dije recién varios meses después de la última operación. Hasta que, en un desfile, vino una señora que me contó que tenía cáncer y yo le dije que había tenido algo parecido y ahí me di cuenta de que tenía que aportar mi granito de arena. En ese desfile, hice un clic.

Habían pasado cuatro años cuando lo hiciste público.
Sí, fue en 2012 y lo conté por primera vez en el noticiero en 2016. Le dije a mi productor que tenía que dar testimonio, que si entraba a las casas de las mujeres, de los televidentes, que me siguen, me aman y me escriben cosas tan lindas, tenía que contar lo que me había pasado y decir que se puede prevenir y que el cáncer de mama se puede curar en un 90%; que hay que hacerse todos los estudios una vez al año. Perdón si no lo hice antes, pero fue lo que yo sentí (se emociona), hoy soy la primera en levantar la bandera y en hablar sobre el tema y he dado charlas, incluso en las provincias.

A días de la primera operación, se puso un corpiño con aro para probarse el vestido que su amigo Benito Fernández le estaba confeccionando para que fuera a la entrega de los premios Martín Fierro al Cable. Terminó con un edema que la hizo entrar otra vez al quirófano. Cinco días después, recibió el premio por el mejor programa femenino y, al día siguiente, su médico le dijo que la biopsia indicaba que tenía cáncer. “Me puse fuerte, esperamos a que desinflamara y me sacaron la glándula mamaria, el ganglio centinela y dos ganglios más y me pusieron la prótesis. Cuando dio todo negativo, dije: “Ya está”. Obviamente que me controlo todos los años y siempre sale todo bien”.

¿Qué cosas te apasionan?
Soy una apasionada de todo, la pasión es sana, te lleva a hacer cosas lindas. Yo siento pasión por mis hijos, por el amor, soy una apasionada de la familia que formé. Dentro de esa pasión, están los grises, las cosas buenas y las malas. Soy apasionada por mi trabajo, amo profundamente hacer el noticiero, Telenueve es un gran equipo. Y, mirá lo que te digo, hasta por Racing soy apasionada.

¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
(Se ríe) Más o menos, más o menos.

¿Te preocupa?
Y sí, te soy honesta, sí.

¿Qué cosa, el no tener trabajo a partir de eso, la salud, lo personal?
Me preocupa el tema del trabajo, que un día te digan: “Nena, hasta acá llegaste”, y tenés una edad que decís: “Bueno, y ahora adónde voy”. No creo que pase, espero que no. Respecto a lo más frívolo, trato de cuidarme, voy a la esteticista y a correr por Palermo. Después, el resto, nada, veo crecer a mis hijos.