Beatriz Glikman: “El ser humano tiene gran poder de resiliencia”

1547

Beatriz Glikman cuenta su pasión por trabajar con gente con discapacidad visual y la satisfacción de mejorar su calidad de vida.

«El ser humano tiene un poder de resiliencia increíble»

No tenía ninguna relación con la discapacidad, ni en su historia familiar ni en su experiencia, pero Beatriz Glikman sintió desde muy temprano que ese sería su destino profesional. En 1985, recibida de psicóloga, empezó a trabajar en la Escuela de Educación Especial N° 34 “General San Martín” para jóvenes y adultos con discapacidad visual, en el barrio porteño de Caballito. En 1999, entró en la Asociación de Ayuda al Ciego, ASAC, primero como coordinadora del centro de día, después como vicedirectora y, desde 2008, como directora. “Es maravilloso que, al brindarles los apoyos necesarios, las personas con discapacidad visual logren transitar por la vida igual que nosotros. Es como si uno prestase sus ojos para que el otro haga buen uso y pueda salir adelante con todo lo que le toca vivir”, define.

Matices solidarios
En ASAC dan asistencia tanto a personas que están perdiendo la vista hasta a quienes tienen ceguera. El centro de rehabilitación dispone de cuatro modalidades: la rehabilitación funcional integral, dedicada a personas que recién se inician y que asisten a la institución dos veces por semana para aprender el uso del bastón, hacer terapia ocupacional (con lo que adquieren herramientas para moverse en lo cotidiano), kinesiología (que refuerza el equilibrio), apoyo psicológico (fundamental para aceptar la nueva condición de vida) y técnicas de comunicación (como braille o computación).

Otra modalidad es la rehabilitación para personas que tienen baja visión y van una o dos horas por semana para poder hacer más eficiente la visión disponible y aprender a ver de una manera diferente. También está el centro de día, donde concurren quienes ya se rehabilitaron o aquellos que por el entorno no pueden incluirse en la comunidad o son personas mayores y están solas. Pueden ir desde dos hasta cinco veces a la semana, durante todo el día, y hacer cerámica, carpintería, tango, folclore, actividad física y música, entre otras actividades. Por último, está la formación laboral, que es el aprendizaje y práctica de la computación adaptada a personas con discapacidad visual. Además, disponen de un hogar destinado a albergar a personas con discapacidad visual sin vivienda o con alguna problemática sociofamiliar.

Cuando llega un nuevo ingresante, tiene una entrevista de orientación con la trabajadora social, y después todo el equipo profesional de ASAC conoce a la persona, escucha sus deseos y necesidades y hace una evaluación del caso para decidir entre todos cuál es el mejor programa y confeccionar un informe que será presentado en la obra social. “Hay personas que vienen sin querer saber nada con todo lo que tenga que ver con la discapacidad, entonces hacemos un trabajo terapéutico muy fino para que pueda aceptar el duelo y vaya saliendo adelante”. Cuando la obra social aprueba el plan, comenzará el tratamiento. “Fundamentalmente, todos vienen ansiando manejarse seguros, no depender tanto de los demás y relacionarse con pares. Porque la discapacidad hace que la gente sea muy sedentaria y socializar es muy importante, al igual que darse cuenta de que lo que le pasa también le pasa a otros”. En la actualidad, concurren a ASAC unas 160 personas por semana.

Poner la mirada
Con veinte años en esta asociación sin fines de lucro, Beatriz asegura que todas las historias de vida con las que convive en ASAC son muy intensas, pero ver cómo salen adelante es maravilloso. Hace unos dos años, por ejemplo, llegó una señora de 88 años con visión disminuida, a la que el médico la había desanimado a ir a aprender el uso del bastón y a manejarse con esa nueva condición de vida. “Se va a quedar ciega, para qué quiere ir ya a algún lado”, había sentenciado el oftalmólogo. Sin embargo, la mujer ingresó a ASAC e hizo grandes avances que le dieron mayor calidad de vida. “Siempre se puede mejorar en algo, nosotros nunca hacemos un listado de las cosas que las personas no pueden. Incluso si están en sillas de ruedas, mientras puedan mover las manos, bienvenidos, porque algo más siempre se puede hacer”, explica Beatriz. Si bien la contención familiar es muy importante, también hay muchas personas solas que ponen empeño en sobreponerse a las circunstancias. “El ser humano tiene un poder de resiliencia increíble”, afirma Beatriz, y anima a consultar a quienes tengan alguna discapacidad visual. “Es fundamental que a través de la rehabilitación se den cuenta de que poder ver no es esencial para continuar con la vida. Como decía Saint Exupéry, lo esencial es invisible a los ojos, y eso tratamos de demostrarles todos los días”.

REC
ASAC atiende a mayores de 15 años y sin límite de edad. Deben tener el certificado de discapacidad y de una obra social. Se puede colaborar con donaciones o siendo voluntario. Para contactarse: asac.org.ar o +54 (11) 4331-5256.