Mauro Szeta: “Me construyo todos los días como puedo”

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Nació en 1973. A los dieciocho años, mientras estudiaba Periodismo, le ofrecieron elegir una sección para realizar una pasantía y no dudó: desde entonces, los policiales son el terreno donde se sumerge para extraer historias. Referente ineludible de un género con grandes exponentes, como Rodolfo Walsh, lleva décadas en los medios, con la televisión como escenario principal. Tiene tres libros publicados (dos de ellos en coautoría junto a Florencia Etcheves y Liliana Caruso), y desde el año pasado se sube a las tablas con su colega Paulo Kablan para narrar casos resonantes del crimen nacional frente al público. Futbolero y, como su hermano, el filósofo Darío Sztajnszrajber, es un hincha fanático de Estudiantes y aficionado a la cocina.

«Lo que más disfruto en mi tiempo libre es cocinar»

¿En qué sos experto?
Experto no me considero en nada. Sí tengo un método o una experiencia para hacer lo que hago, que es el periodismo policial, que es donde traté de perfeccionarme en los últimos veintiséis años.

¿Qué es lo que más disfrutás hacer en tu tiempo libre?
Cocinar. Es el hobby que me entretiene, aprendí durante cinco años en un curso.

¿Cómo te imaginás dentro de veinte años?
No me imagino. Básicamente para no entristecerme, porque voy a estar con achaques físicos, y todo eso… Ojalá no me pase. Espero tener una vida plena, que la vejez venga bien.

¿Sos usuario de redes sociales?
Sí: Twitter, sobre todo. Instagram, menos. Y sigo conectado por mail al mundo. Me cuesta un montón estar desconectado, sobre todo por el trabajo. Necesito estar todo el tiempo mirando el teléfono, lo cual es insoportable.

¿Sos de ir al súper?
Me gusta ir. Voy para las compras del día, para buscar lo que necesito en cada momento. Nunca hago compras grandes.

¿Cuál es el mejor regalo que recibiste en tu vida?
Un viaje que me regalaron mis viejos a Israel cuando tenía trece años.

¿Tu mejor recuerdo de la infancia?
Cuando jugaba a la pelota con mi hermano en el departamento de mis viejos.

¿Tenés algún referente?
No, no soy de mirar ningún norte a seguir. Me construyo todos los días como puedo.

¿A qué le tenés miedo?
A la altura. Me agarra mucho vértigo. No me animo a sacarme fotos, ni siquiera a subirme a un mirador o a un faro.

¿Tus tres objetos preferidos?
Una campera negra con capucha de la que soy muy fanático y que, si la pierdo, me vuelvo loco; un cuchillo que uso para cocinar y que afilo a pesar de que está recontra gastado; y unos zapatos que me pongo hace dos años porque me van bien.